El libro es una defensa de la libertad para que una persona pueda ordenar su sucesión sin la limitación de las legítimas. Que, como reliquias del pasado, perduran sin fundamento sólido en sistemas sucesorios todavía vigentes. El autor analiza las razones históricas que han podido propulsar tal limitación, las que se esgrimieron para mantenerla y la tendencia legislativa actual favorable a su reducción. Reflexiona sobre los argumentos que utiliza hoy la doctrina; la cual, a pesar de reconocer, de manera casi unánime, la necesidad de reducir la extensión de las legítimas se resiste, de manera inercial, a su supresión. Trata de poner al descubierto la inconsistencia de las legítimas considerando que suponen una limitación sobreañadida a la obligación natural derivada de la procreación, sin más fundamento que el parentesco, al margen de la necesidad de protección. Y que el verdadero Derecho no puede conceder, sin más, a una persona la facultad de enriquecerse a costa de otra en contra de la voluntad de ésta. Propone como solución justa la libertad para ordenar la sucesión, con el complemento de un derecho de asistencia a las personas que por responsabilidad derivada de la procreación o convivencia estén en situación de necesidad que exija protección. Y, por tanto, la supresión de la legítima. También la del impuesto sobre sucesiones, que incide de modo crucial sobre la libertad de testar.