Rafael Yuste: “La neurotecnología puede modificar el cerebro, necesitamos proteger los neuroderechos”

Invitado por el Observatorio de Derechos Humanos del ICAM, Rafael Yuste aportó nuevas pistas sobre la protección legal de la actividad cerebral durante una jornada celebrada en el Colegio

Redacción Otrosí
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Revista del Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid

Los dilemas éticos y legales que el avance de la neurotecnología viene planteando de manera creciente en torno a la protección del cerebro y sus funciones, han situado en el foco del debate jurídico la relación entre la neurociencia y el derecho  

En 2019, bajo el liderazgo por el neurobiólogo español y catedrático de la Universidad de Columbia, Rafael Yuste, nacía la denominada NeuroRights Initiative, una propuesta académica para el reconocimiento universal de cinco nuevos derechos: a la identidad personal, al libre albedrío, a la privacidad mental, al acceso equitativo a las tecnologías de mejora de las capacidades cerebrales y la protección contra los sesgos algorítmicos.

Dos años después, Chile se situaba a la vanguardia de esta iniciativa al incluir una enmienda para proteger la actividad cerebral en el marco de una reforma constitucional, de manera que cualquier desarrollo científico y tecnológico a partir de ese momento deberá llevarse a cabo “con respeto a la vida y la integridad física y psíquica de las personas”.

Un camino que recientemente han transitado el estado brasileño de Río Grande del Sur, a finales de 2023, y los estadounidenses Colorado y California, este mismo año, bajo la atenta mirada de su principal ideólogo. Invitado por el Observatorio de Derechos Humanos del ICAM, Rafael Yuste aportó nuevas pistas sobre la protección legal de la actividad cerebral durante una jornada celebrada hace unos días en el Colegio.

“La neurotecnología mapea la actividad cerebral y, al mismo tiempo, la cambia. Estos dispositivos pueden ser ópticos, magnéticos, eléctricos o acústicos. Al final, miden la actividad cerebral y la modifican”, señalço, subrayando la necesidad de una regulación clara y efectiva.

El cerebro, el centro del debate

Durante su intervención, Yuste insistió en la importancia del cerebro como órgano central que define la identidad y la conciencia humana. “El cerebro no es un organismo más. Controla la mente humana. Todas las habilidades cognitivas de las personas salen del cerebro: nuestros pensamientos, memoria, imaginación; la toma de decisiones, las emociones, forja la personalidad y el yo de cada uno de nosotros, nuestra conciencia, e incluso el subconsciente está en el cerebro”, explicó.

El neurobiólogo compartió algunos resultados de experimentos realizados con ratones para ilustrar el poder de la neurotecnología. “Les incorporamos imágenes de temas que no estaban viendo y se comportan como si las estuvieran viendo”, comentó, alertando sobre las posibles aplicaciones de esta tecnología en humanos y los dilemas éticos que presenta.

Neuroderechos: una nueva frontera para los derechos humanos

Rafael Yuste explicó que, ante los riesgos que representa la neurotecnología, se convocó a expertos en neurociencia, derecho, ética e inteligencia artificial de todo el mundo para debatir el impacto de estas tecnologías en los derechos humanos. “Llegamos a la conclusión de que estamos ante un problema de derechos humanos. Que la neurotecnología se puede utilizar de forma negativa sobre los derechos de las personas”, afirmó.

De este debate surgió el concepto de “neuroderechos”, que busca proteger cinco áreas fundamentales desde el ámbito de los derechos humanos. “Así hablamos de la privacidad mental, que no sea descifrada por terceros. Otro neuroderecho es el derecho a la identidad personal; el yo está generado por el cerebro y con la neurotecnología se puede cambiar”, explicó.

Libertad mental y acceso equitativo a la augmentación

Yuste también destacó la importancia de proteger la libertad mental, asegurando que las decisiones de cada individuo sean libres y no estén condicionadas por la neurotecnología. “La protección de la libertad mental sería otro neuroderecho, que las decisiones sean tomadas por el individuo de forma libre y que no estén supeditadas a la neurotecnología”, añadió.

Por último, el catedrático se refirió a la necesidad de garantizar un acceso equitativo a la aumentación cognitiva para evitar que se creen divisiones sociales entre “seres aumentados” y “seres no aumentados cognitivamente”. “Se puede aumentar mediante distintos dispositivos la capacidad cognitiva de las personas bajo el principio universal de justicia. Se trata de evitar que se rompa la sociedad en dos grupos: seres aumentados y seres no aumentados cognitivamente”, añadió.

Para Yuste, es esencial que el cerebro sea protegido en su uso original para evitar manipulaciones. “Abogamos por la protección del cerebro en su uso originario porque si se reprograma puede ser manipulado”, concluyó, instando a una mayor regulación y vigilancia sobre el uso de estas tecnologías.

Rafael Yuste, director del Centro de NeuroTecnología de la Universidad de Columbia (Rafael Yuste – https://blogs.cuit.columbia.edu)

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