Diecisiete años después de su adhesión a la Unión Europea, Bulgaria y Rumanía pasaron a formar parte el pasado domingo 31 de marzo del Espacio Schengen. De esta forma, ambos países se incorporan a un proyecto integrado hasta ahora por 27 países europeos, un espacio común basado en la eliminación de los controles fronterizos que permite a más de 400 millones de personas viajar libremente dentro de este territorio.
El acuerdo, cuyos orígenes se remontan al año 1985, garantiza la libre circulación de personas con procedimientos y normas comunes para los controles fronterizos y la emisión de visados, estableciendo una política común de migración, fronteras y asilo, con un único control en las fronteras exteriores del espacio Schengen. Además, el acuerdo establece un Sistema de Información (SIS) para la cooperación policial, judicial y migratoria, que almacena información sobre personas y objetos.
Así, la incorporación parcial de Rumanía y Bulgaria ha de señalarse como un hito económico-político en el ámbito europeo, que se ha saldado con un sabor agridulce, pues ha venido acompañada de ciertas restricciones derivadas del veto impuesto por Austria.
La adhesión de ambos países al área de libre circulación europea se limita por el momento a los aeropuertos y puertos marítimos. Esto se traduce en la eliminación de los controles fronterizos aéreos y marítimos, facilitando el tránsito de aquellos viajeros que opten por estos medios de transporte para desplazarse entre Bulgaria, Rumania y otros países del Espacio Schengen.
Sin embargo, los controles fronterizos de carácter terrestre, es decir, aquellos que regulan el tránsito de personas y mercancías a través de las carreteras y ferrocarriles, se mantienen por el momento. Austria ha ejercido su veto, expresando preocupaciones sobre un posible aumento de solicitudes de asilo si se abren completamente las fronteras terrestres con estos dos países.
“Esto supone, todavía, un retraso para la economía, porque está acreditado que la apertura total de fronteras para mercancías y demás por vía terrestre es mucho más efectiva y mucho más positiva, tanto para el país receptor como para la UE”, explica Emilio Ramírez, diputado de la Junta de Gobierno del ICAM responsable de extranjería.
Por ello, aunque se haya un nuevo paso en la mejora y ampliación del sistema de libre circulación europeo, queda camino por recorrer para que, como desea y expone Emilio Ramírez, “sea efectiva la apertura total relativa a estos dos países con la mayor brevedad posible”.