¿Qué te motivó a participar en los programas de bienestar del ICAM?
Aunque cuento con una red de compañeros y amigos abogados maravillosos trabajo en solitario, esto es, totalmente autónomo sin ninguna estructura humana que me acompañe en el trabajo salvo la red de compañeros y amigos a la que acudo puntualmente. Las circunstancias en las que trabajo muchas veces me hacen sentir “solo ante el peligro” (clientes, juzgados, Administración, obligaciones tributarias, gestión de despacho, marketing …), demasiadas cosas para una sola persona. Cuando descubrí este recurso me hice el propósito de aprovecharlo porque sabía que me iba a venir muy bien, aunque fuese para tomar un respiro y pensar en la profesión desde la perspectiva de lo que esta puede hacer con nuestra salud.
¿Cómo describirías tu experiencia general en la sesiones de coaching?
Sanadora y muy provechosa. Contar con una persona que conoce la profesión y que a su vez es profesional en ayudar a superar retos es un lujo que no está al alcance de un profesional autónomo. Estoy seguro que a muchos compañeros nos ha pasado que cuando le contamos nuestras diatribas a personas ajenas a nuestro mundo hemos sentido que no entienden nada.
¿Qué importancia das al cuidado del bienestar emocional y de la salud mental ?
El equilibrio emocional es lo que más amenazado está en nuestra profesión. Los abogados no nos podemos quejar de padecer aburrimiento, pero sí de estar continuamente sometidos a situaciones que necesariamente van a disparar el estrés y, con este, otras muchas emociones. La alta exposición a estímulos estresantes al final nos va a generar a todos, sin excepción, distintos niveles de ansiedad que acabarán perjudicando nuestra salud física. Creo que controlar el estado emocional es tan importante como la tensión arterial o el colesterol. Es muy frecuente que estemos sometidos a estrés mantenido durante semanas, casi sin ninguna vía de escape, y esa situación acaba lastrando la salud física y acaban apareciendo hipertensión, malas digestiones, pérdida de sueño…
¿Consideras que existe un tabú en el sector legal en lo relativo a la salud mental y el bienestar emocional?
No creo que exista tabú. Existe desconocimiento sobre los problemas que se derivan del malestar emocional y de las causas que lo generan. Los abogados somos un colectivo muy consciente de lo que implica la vida y creo que eso nos hace especialmente resistentes a las adversidades. A pesar de lo que he dicho, no somos inmunes a la soledad, carga de trabajo, ausencia de control sobre los resultados, incertidumbre económica, responsabilidad, miedo escénico, trato con el cliente, conflictos… Lo que sí que creo es que se da una sobreresponsabilización respecto de los asuntos que llevamos. La carga emocional que asumimos los abogados va más allá de la que se deriva del trabajo que tenemos que desarrollar, y toda la “emotividad” que para nuestros clientes tiene el asunto, acabamos asumiéndola. En ocasiones parece que nosotros estamos más implicados emocionalmente que el cliente que padece el problema en el que trabajamos.