La asesoría jurídica de empresa se ha convertido en una alternativa cada vez más atractiva para los abogados que buscan un mayor equilibrio entre su vida profesional y personal, un rol más estratégico dentro de las compañías y una menor dependencia del modelo tradicional de facturación por horas. La transición del despacho a la empresa no solo implica un cambio de entorno, sino también de mentalidad: frente a la especialización extrema de los grandes bufetes, en el ámbito corporativo se valora la visión global del negocio, la capacidad de adaptación y una toma de decisiones más ágil. Sin embargo, no todos los perfiles encajan en este modelo y la transición exige preparación, redefinición de habilidades y un conocimiento profundo de las dinámicas internas de la empresa.
¿Cómo dar el paso de salir de un despacho para incorporarse a una asesoría jurídica de empresa?
Durante una sesión organizada por la Sección de Iniciación Profesional del ICAM, cuatro profgesionales que han hecho esa transición compartieron su experiencia y explicaron cómo se han adaptado a esta nueva forma de ejercer la abogacía.

En la presentación, Celia Herrero, presidenta de la Sección, recordó que este es uno de los temas contemplados en el Plan Impulso a la Abogacía Joven, ya en marcha. “Es importante saber qué piden de ti las empresas como abogado y de qué manera puedes encajar en una u otra organización. La transición de un despacho de abogados a una empresa tiene sus tiempos, y hay que conocerlos”, apuntó.
El debate fue moderado por Guiomar Goena, socia de F&B Consultores, quien introdujo preguntas a los juristas invitados: Daniel Martínez, asesor jurídico laboral en Moeve; Joaquín Herán, abogado senior en Iryo; Regina Mozo de Rosales, senior corporate counsel en Olympic Broadcasting Services, S.L.U.; y Leyre López, legal counsel en Repsol.
A lo largo del encuentro, enriquecido con preguntas del público, se profundizó en las diferencias estructurales y funcionales entre el ejercicio en un despacho y el rol in-house. También se abordaron estrategias para acceder a posiciones en el ámbito corporativo, incluyendo procesos de selección y posicionamiento profesional.
Otras cuestiones tratadas fueron las habilidades y competencias esenciales para desenvolverse con éxito en una empresa, el papel del abogado in-house —sus funciones, la relación con otros departamentos y con despachos externos—, así como las perspectivas de desarrollo profesional y formación en el mundo corporativo.
Como introducción, Guiomar Goena señaló que un estudio realizado por su consultora sobre rotación y salarios en el sector legal revelaba que el 40% de los encuestados habían hecho la transición al mundo de la empresa, y que otro 69% estaba dispuesto a continuar en una asesoría jurídica durante más tiempo.
Desde su punto de vista, este paso de una profesión a otra “es un viaje en el que el abogado hace distintas paradas hasta llegar a su puesto ideal. En este contexto, es fundamental definir una estrategia para acceder a esos puestos, conocer las competencias que se demandan, entender el día a día de cada empresa y formarse de manera adecuada para incorporarse a este nuevo entorno laboral”.

El debate arrancó con la pregunta de por qué dar el salto al mundo de la empresa como asesor jurídico.
Para Joaquín Herán, que dejó el área de Derecho Público y Derecho de la Competencia en Pérez-Llorca para incorporarse a Iryo, empresa del sector ferroviario, “la oferta me encajaba, me permitía entrar en un sector como el ferroviario, que es apasionante. En los últimos cinco años, desde la liberalización del sector, ha habido cambios notables”.
¿Por qué cambiar a empresa?
Para este jurista, “desde esta posición legal puedes ser un abogado rompedor y creativo. En este tipo de propuestas, lo principal es hacer una due diligence para saber si encajas en el puesto de trabajo. En mi caso, hice muchas preguntas durante el proceso de selección, tanto al headhunter como a Recursos Humanos, y al final acabé aquí”.
Por su parte, Daniel Martínez, de Moeve, confiesa que su experiencia anterior le ayudó a definir su camino profesional. “Estuve en dos despachos, pero me di cuenta de que no quería ser socio ni esforzarme para ello. Quería más autonomía y flexibilidad en mi tiempo, y creo que en una posición como esta lo he logrado por el momento”.

Regina Mozo recuerda que salir del despacho para incorporarse a una empresa audiovisual vinculada a los Juegos Olímpicos fue una decisión meditada. “Estaba en un momento en el que necesitaba tiempo para mí. Tuve miedo al tomar la decisión, pero ahora lo veo de otra manera. Además, si vuelvo al despacho, será porque quiero hacerlo. Hay que darse cuenta de que, si el cambio no funciona, también se aprende de ello”.
En cuanto a lo que buscan las empresas en los candidatos y el propio proceso de selección, Daniel subraya que “de un cambio que no funcione se puede aprender. Es importante poder demostrar habilidades digitales e idiomas, además del conocimiento del sector y de la empresa que te va a fichar. No basta con un buen currículum. Como antes dijo Joaquín, tienes que hacer tu due diligence, recabando toda la información posible de la empresa en redes sociales, en su web corporativa o en bases de datos jurídicas. Cuanta más y mejor información tengas, mejor”.
Para Joaquín, hay que ser consciente de que “es un cambio total en la forma de pensar en la empresa. En el despacho tienes varios clientes y los tratas de otra forma. En la empresa tienes un único cliente: tu cliente interno. Solo en ocasiones concretas puedes entrar a valorar un competidor. Eso ayuda a focalizar tu trabajo y tu tiempo”.
Desde su punto de vista, “las competencias que adquieres son distintas. Debes darte cuenta de que, en tu empresa, todo es importante. No hay que pensar que hay cuestiones pequeñas. Hay que verlo en su conjunto y conocer a fondo tu nuevo puesto de trabajo”.
Sobre la especialización del abogado
En cuanto a la especialización, los ponentes no se pusieron de acuerdo. Juristas como Regina Mozo consideran que “el equipo en el que estamos trabajando está volcado en el ámbito audiovisual”. Para Leyre López, en una macroempresa como Repsol, “somos más abogados transversales, debemos conocer lo que hacen nuestros compañeros. Al final, se buscan sinergias entre todos y que te involucres en otras áreas de la asesoría jurídica. Parece que se valora más que seas generalista que especialista”.
En este contexto, los abogados in-house desarrollan otras habilidades. Leyre lo señala destacando que “tienes que ser práctico y resolutivo. No puedes decir que algo no se puede hacer. Hay que buscar la mejor solución para el negocio. Al final, te piden una respuesta en un correo sencillo, no demasiado técnico, pero que aporte una solución clara y bien planteada. Eso hace que la dirección cuente con los abogados de empresa a la hora de resolver cualquier problema”.

Por su parte, Regina Mozo constata que hay muchas diferencias entre ambos entornos de trabajo. “Un abogado en un despacho emite un análisis legal estudiando la legislación y ofreciendo una imagen general del problema, pero desde una posición más cómoda, porque no tiene influencia o presión directa. Si forma parte de una asesoría jurídica, debe implicarse y encontrar una solución legal comprensible para que el asunto se resuelva”.
Daniel Martínez, asesor laboral de Moeve, lo tiene claro: el asesoramiento in-house debe estar presente en la toma de decisiones. “El abogado in-house debe ayudar en esa decisión y también en su implementación. No eres un stopper, debes facilitar la aplicación de las consultas legales. En este trabajo ves el negocio desde su inicio hasta el final y puedes seguir todo su recorrido. Es un asesoramiento preventivo, porque estás dentro del negocio”.
Regina Mozo recuerda que el papel de los abogados in-house, sobre todo a medida que crecen en responsabilidades, les lleva a “formar parte de los consejos de administración o de las secretarías generales, ámbitos a los que los abogados de despacho no suelen acceder. En nuestro caso, es importante que el análisis legal que realizamos esté alineado con el enfoque estratégico del negocio”.
Para Joaquín Herán, “cuanto más te acercas al negocio, eres menos abogado y más analista. Tienes que simplificar tu trabajo legal, ser sintético y práctico. Poco a poco nos adaptamos a las decisiones estratégicas de la empresa”.
Un ritmo de trabajo distinto
En cuanto al día a día de estos profesionales, coinciden en que el ritmo de trabajo es más tranquilo y puede estar más controlado por el propio abogado in-house. Para Regina, “el trabajo legal es distinto en cada empresa. Los abogados de empresa deberíamos tener conocimientos de derecho societario y mercantil para entender las decisiones empresariales que se toman”.
Joaquín subraya que “el punto diferencial es que el abogado in-house es más dueño de su propia agenda al estar más cerca del negocio. Tiene un mayor control sobre las prioridades y puede organizar mejor su tiempo”.

Daniel lo respalda: “Ya no reporto las horas que dedico, tengo una jornada como cualquier trabajador. No tengo que justificar cada minuto al cliente. Ahora soy especialista en derecho laboral y seguridad social, y las notificaciones me llegan a mí. Aquí el ámbito del día a día es más amplio y todo lo que tengo que hacer depende de mí. Trabajo para cuatro sociedades dentro de la empresa”.
Leyre destaca que “hay muchas reuniones, pero puedes llevar una vida más ordenada. En un despacho, el cliente te llama en cualquier momento. En la empresa, hay horarios más racionales y tienes más control sobre tu tiempo. Es fácil planificar el día, porque la jornada laboral está mejor estructurada”.
Relación con los despachos externos
En cuanto a la relación con los despachos externos, Daniel Martínez, de Moeve, cree que “depende de la política de cada empresa y de su actividad. En el área laboral, colaboramos con despachos externos en casos concretos, sobre todo en asuntos judiciales, que externalizamos por la carga de trabajo”.
Leyre López, de Repsol, señala que “no tenemos nada externalizado, pero en situaciones puntuales podemos delegar alguna cuestión concreta. Por ejemplo, en litigios complejos o temas de gobierno corporativo, pedimos un informe detallado y un análisis jurídico que respalde la decisión. Aproximadamente el 90% del trabajo jurídico se gestiona internamente dentro de la asesoría legal de la empresa”.

Por su parte, Regina Mozo explica que “nosotros tenemos una iguala con un asesor externo y recurrimos a él para pleitos específicos. Lo hacemos porque la carga de trabajo es importante y no nos permite dedicar 500 horas a un solo tema. Es una cuestión de eficiencia de recursos”.
Los expertos coinciden en que lo fundamental es que “los abogados in-house sepamos cuál es nuestro papel y cómo optimizar la relación con los despachos externos. Es clave establecer una buena organización en esta relación profesional, que en muchos casos resulta determinante”.
También tienen claro que, en este escenario laboral, “somos dueños de nuestro tiempo y debemos gestionar las prioridades de manera eficiente. Adquieres la habilidad de manejar tu agenda en función de las necesidades de la empresa, porque es fundamental saber con quién hablar a nivel interno y qué debemos reportar a diario”.
